La startup de vehículos eléctricos Fisker se declara en quiebra
Fisker, una empresa de automóviles eléctricos en California, se ha declarado en quiebra según el WSJ. La compañía intentó seguir los pasos de Tesla, pero se quedó sin fondos. El año pasado, Fisker lanzó su primer vehículo eléctrico, el SUV Ocean. El lanzamiento enfrentó numerosos problemas, entre ellos fallos de software y quejas sobre la calidad.
Aquí están algunos de los problemas que enfrentó Fisker:
- Problemas de software en el SUV Ocean
- Retrasos en los informes financieros
- Pérdida de ejecutivos clave
- Dificultades con el modelo de ventas a través de concesionarios
- Vehículos sin vender
Henrik Fisker, el fundador, anteriormente se declaró en bancarrota con su primera empresa, Fisker Automotive. Esa compañía fracasó tras lanzar el Fisker Karma, un híbrido enchufable de $100,000. A pesar de intentar evitar errores del pasado, su nuevo negocio también enfrentó problemas financieros.
Muchas personas enfrentan problemas económicos que les generan estrés y, a menudo, pierden oportunidades para mejorar su situación.
Fisker recaudó más de $1,000 millones de inversores para iniciar su negocio, pero gastó la mayor parte. En marzo, las negociaciones con un importante fabricante de automóviles sobre una posible inversión y acuerdo de fabricación conjunta terminaron sin éxito. La empresa incumplió un acuerdo de deuda con un inversor importante porque gastó mucho dinero en desarrollar nuevos modelos, construir fábricas y establecer centros de ventas. Perdieron dinero con cada vehículo vendido.
El CEO de Fisker, Henrik Fisker, y la CFO Geeta Gupta-Fisker tuvieron dificultades para gestionar las finanzas de la empresa. Se asociaron con el fabricante contratado Magna Steyr y la compañía china de baterías para vehículos eléctricos Contemporary Amperex Technology para la producción. A pesar de esto, enfrentaron problemas financieros cuando comenzó la producción.
A finales de febrero, la empresa advirtió que podría no sobrevivir. No lograron obtener más dinero de los inversores para continuar operando. En marzo, Fisker detuvo la producción del modelo Ocean durante seis semanas. La Bolsa de Nueva York eliminó las acciones de la compañía debido a sus precios demasiado bajos. Este hecho provocó la ruptura de acuerdos de préstamos, obligando a Fisker a devolver alrededor de $180 millones, lo cual era más de lo que tenían disponible en efectivo.
Durante los intentos de recuperación, se probaron diversas soluciones, pero al final, resultaron infructuosas.
A principios de abril, Fisker incorporó a un experto en reestructuración a su junta directiva. Exploraron opciones como la reestructuración y venta de activos. Las reservas de efectivo cayeron a unos 50 millones de dólares. La empresa despidió a muchos empleados y cerró tiendas y almacenes. A los empleados restantes se les informó que podrían perder sus trabajos para junio si la empresa no conseguía fondos o acuerdos.
Fisker tenía la intención de revolucionar la industria automovilística delegando la fabricación de sus coches a otras compañías, concentrándose en adquirir piezas ya fabricadas y utilizando su propio software para diferenciarse. Ofrecían un vehículo con una autonomía de 360 millas y un precio inferior a los $40,000. Sin embargo, Fisker enfrentó problemas de calidad y poca demanda de coches eléctricos, lo que condujo a su fracaso.
Fisker se enfrentó a muchos de los mismos problemas que otras empresas emergentes de vehículos eléctricos. Recaudaron mucho dinero, pero lo gastaron rápidamente. Intentaron entrar al mercado rápidamente, pero tuvieron problemas una vez que se hicieron públicos. Ahora, Fisker se encuentra en una situación similar a la de otras startups de vehículos eléctricos, como Lordstown Motors y Arrival, que también se declararon en quiebra.
Fisker entregó aproximadamente 4,900 de los 10,000 Oceans para finales de 2023. A pesar de intentar salvar la empresa cambiando a un modelo de concesionarios tradicional, no pudieron recuperarse. Continuaron enfrentando problemas operativos y crecientes dificultades financieras, lo que los llevó a declararse en bancarrota.
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