El impacto invisible: cómo la pérdida de un ser querido acelera el envejecimiento

MadridUn estudio de la Universidad de Columbia revela que perder a un ser querido puede acelerar el envejecimiento. Los investigadores descubrieron que quienes perdieron a un padre, pareja, hermano o hijo mostraron signos de envejecimiento biológico. Esto se midió utilizando marcadores de ADN llamados relojes epigenéticos. El envejecimiento biológico significa un deterioro en la función de células, tejidos y órganos, lo cual puede llevar a más enfermedades crónicas. El estudio fue publicado en JAMA Network Open.

Hallazgos clave incluyen: Las pérdidas experimentadas durante la niñez, adolescencia y adultez pueden influir en el envejecimiento del cuerpo. Un mayor porcentaje de adultos (27%) perdió a sus padres en comparación con los niños (6%). Los participantes negros e hispanos enfrentaron más pérdidas que los participantes blancos.

El Estudio Longitudinal Nacional de Salud de Adolescentes a Adultos empezó en 1994-95. Para la Quinta Oleada (2016-2018), alrededor de 4,500 participantes habían proporcionado muestras de ADN para pruebas. Estas muestras se utilizaron para medir el envejecimiento biológico mediante varios relojes epigenéticos, incluyendo DunedinPACE.

El estudio reveló que casi un 40% de las personas sufrió al menos una pérdida en la adultez. Aquellos que tuvieron dos o más pérdidas mostraron edades biológicas mayores, basadas en mediciones epigenéticas. Experimentar múltiples pérdidas en la adultez estuvo más relacionado con el envejecimiento biológico que enfrentar una sola pérdida o ninguna.

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Perder a alguien querido puede ocasionar problemas de salud mental, afecciones cardíacas y un incremento de la probabilidad de morir. La investigación reveló que sufrir pérdidas repetidas agrava estos riesgos. Este es un asunto de salud importante que a menudo se pasa por alto. Allison Aiello, la autora principal del estudio, destacó que ciertas etapas de la vida pueden hacernos más vulnerables a estos riesgos para la salud.

Este estudio destaca la importancia de brindar apoyo a las personas que enfrentan pérdidas, especialmente en el caso de niños y jóvenes. Ellos necesitan recursos para manejar su duelo y superar el trauma.

Las personas son naturalmente sociales. Nuestras relaciones influyen tanto en nuestra salud emocional como física. Perder a un ser querido es muy doloroso y afecta a nuestros cuerpos más de lo que imaginamos. Los niveles de cortisol, una hormona del estrés, pueden aumentar durante estos períodos, acelerando el envejecimiento. Los problemas de salud mental derivados de la pérdida añaden más estrés a la situación. Esta investigación indica que la salud pública debería abordar los traumas sociales y emocionales. Enfocarse en recursos de salud mental podría ayudar a disminuir el impacto físico de estas pérdidas.

Expertos de UNC Chapel Hill, la Universidad Estatal de Carolina del Norte y la Universidad de Texas en Austin participaron en este estudio, que recibió el respaldo de numerosos institutos de salud y diversas subvenciones, demostrando su relevancia y amplia aceptación.