Deportación de adoptado coreano: crítica a Corea del Sur y agencias
MadridExpulsan a Adoptee de Estados Unidos a Corea del Sur; Revelan Fallas en el Sistema de Adopciones Internacionales
Adam Crapser fue adoptado y enviado de regreso a Corea del Sur desde Estados Unidos debido a la falta de ciudadanía. Su caso pone en evidencia problemas con las reglas de adopción surcoreanas y su manejo. Preocupa la posibilidad de que las agencias de adopción estén mal gestionadas o actuando incorrectamente. Esta situación ha impulsado debates sobre la necesidad de mejorar las normativas y la supervisión en las adopciones internacionales, además de resaltar las dificultades emocionales y culturales que enfrentan los adoptados internacionales como Crapser.
La situación de Crapser pone de relieve un problema importante en las prácticas de adopción en Corea en el pasado. A finales de los años 70, el gobierno coreano implementó políticas para agilizar el proceso de adopción. Esto formaba parte de un esfuerzo por impulsar la economía al reducir el número de niños de los cuales el gobierno debía hacerse cargo. Sin embargo, estos procedimientos de adopción a menudo carecían de controles adecuados, lo que conducía a prácticas negligentes. Las agencias de adopción no estaban obligadas a asegurar que los adoptados como Crapser obtuvieran la ciudadanía en sus nuevos países. Como resultado, muchos adoptados quedaron en situación de riesgo y, en el caso de Crapser, fue deportado años después por no tener la documentación adecuada.
Este tema es complejo por varias razones.
Falta de supervisión gubernamental en el proceso de adopción. Fallas al garantizar que los adoptados reciban la documentación esencial de ciudadanía. Dissonancia emocional y cultural que experimentan los adoptados al ser deportados.
Las fallas del sistema perjudicaron a Crapser y a muchos otros. En ese periodo, Corea del Sur se centró principalmente en establecer relaciones económicas y políticas con países occidentales, descuidando el bienestar de los niños enviados al extranjero. El país estaba bajo un régimen militar, lo que facilitó los procesos de adopción.
Crapser, un adoptado, presentó una demanda contra Holt, la agencia responsable de su adopción, exigiendo una compensación de 200 millones de wones. Alegó que el proceso de adopción fue manejado de manera deficiente, comparándolo con el tráfico de personas. A pesar de ganar parcialmente su caso, la mayoría de sus reclamaciones fueron rechazadas, subrayando las dificultades que enfrentan los adoptados para buscar justicia y responsabilizar a las agencias.
La experiencia de Crapser subraya la necesidad de establecer leyes estrictas para regular las adopciones internacionales. También demuestra la importancia de que los niños adoptados se sientan emocional y culturalmente integrados en sus nuevas familias para evitar situaciones difíciles similares. En el futuro, los adoptados y sus defensores están impulsando una mayor transparencia y reformas en las normativas de adopción internacional, asegurando que el bienestar de los niños sea la prioridad.
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