Despertando el instinto primal: beneficios evolutivos del juego arriesgado en el desarrollo infantil

Tiempo de lectura: 2 minutos
Por Maria Lopez
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Niños trepando árboles en un bosque denso.

MadridPrincipales conclusiones del estudio:

  • El juego arriesgado ayuda a desarrollar la resiliencia y la confianza
  • La fisiología de los niños está adaptada para trepar, saltar y columpiarse
  • Las culturas cazadoras-recolectoras modernas todavía practican actividades físicas similares
  • El riesgo de lesiones en los parques infantiles es relativamente bajo y manejable

Los niños se benefician al poner a prueba sus límites físicos. El juego arriesgado les permite aprender a partir de la experiencia. Cuando los niños trepan estructuras de juego o se cuelgan de las barras, emplean músculos y habilidades de coordinación importantes para su desarrollo. Estas actividades se asemejan a lo que hacían nuestros primeros ancestros humanos para sobrevivir.

El estudio compara el comportamiento de los primeros humanos con el de los niños en la actualidad. Evidencias fósiles muestran que tanto los primeros humanos como nuestros antepasados simios pasaban mucho tiempo en los árboles. Cambios físicos en esqueletos antiguos destacan la importancia de actividades arriesgadas. Esta perspectiva ayuda a explicar por qué los niños disfrutan naturalmente de trepar y explorar.

Los parques infantiles se comparan a menudo con los deportes en términos de seguridad. Sorprendentemente, las estructuras de juego como las trepadoras y barras para escalar causan menos lesiones que muchos deportes. En 2003, un estudio reveló que la probabilidad de lastimarse en un parque infantil es de solo 0,59 por cada 100.000. Además, desde 2001 hasta 2013, el 95% de las lesiones en parques infantiles no requirieron cuidados médicos a largo plazo. Esto demuestra que el juego supervisado puede ser más seguro que los deportes organizados.

El juego arriesgado ayuda a los niños a desarrollar habilidades sociales y emocionales. Les permite establecer sus propias reglas y límites. A diferencia de los deportes organizados, donde los adultos dictan las normas, el juego libre permite a los niños comprender sus propias capacidades y límites. Esto los ayuda a enfrentar desafíos y a gestionar riesgos, habilidades cruciales para la vida.

Algunas escuelas y ciudades han eliminado los juegos de trepar para aumentar la seguridad, pero este enfoque en la sobreprotección podría ser perjudicial. Desde una perspectiva de salud, el juego arriesgado tiene grandes beneficios. Permitir que los niños jueguen de manera física y no estrictamente estructurada les ayuda a desarrollar fuerza y confianza para la vida.

El estudio se publica aquí:

http://dx.doi.org/10.1093/emph/eoae017

y su cita oficial - incluidos autores y revista - es

Luke D Fannin, Zaneta M Thayer, Nathaniel J Dominy. Commemorating the monkey bars, catalyst of debate at the intersection of human evolutionary biology and public health. Evolution, Medicine, and Public Health, 2024; DOI: 10.1093/emph/eoae017
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