El Papa concluye gira en Asia llamando a la tolerancia religiosa
MadridEl Papa Francisco concluyó su visita a Asia destacando la necesidad de la cooperación entre diferentes religiones para alcanzar la paz. Su último evento tuvo lugar justo antes de regresar a Roma, finalizando así el viaje más largo que ha realizado desde que asumió como Papa.
Durante su estancia en Singapur, Francisco se dedicó a fortalecer la comunidad católica local, que representa aproximadamente el 3.5% de la población, cercana a 6 millones de habitantes. Singapur es conocido por su variada composición religiosa:
- Los budistas conforman alrededor del 31% de la población
- Los cristianos representan el 19%
- Los musulmanes componen cerca del 15%
- Aproximadamente el 20% de la población declara no tener afiliación religiosa
Francisco elogió a Singapur por su éxito económico y por la convivencia pacífica entre diferentes religiones. Subrayó la importancia de fomentar el respeto entre diversos grupos religiosos, especialmente ante el aumento de tensiones y actos de intolerancia religiosa en todo el mundo.
La petición del Papa por un trato más justo para los trabajadores inmigrantes fue una parte clave de su visita. Singapur depende mucho de estos trabajadores, y Francisco pidió respeto y salarios justos para ellos. Optó por no abordar temas difíciles como la pena de muerte, a pesar de ser conocido por oponerse a ella. Esta decisión podría haber sido una forma de respetar a sus anfitriones y enfocarse en la armonía comunitaria.
Francisco optó por no hablar sobre la pena de muerte en Singapur, lo cual resulta interesante ya que ha abordado el tema en otros lugares como Bahréin. Esto podría indicar que mide sus palabras con cautela, consciente de que países como China, con los que el Vaticano busca mejorar relaciones, están atentos a sus declaraciones.
En Singapur, su estrategia fue sólida y eficaz. Al evitar debates acalorados, mantuvo una conversación amigable y abierta centrada en unir a las personas. Su visita muestra cómo la Iglesia Católica está cambiando su papel en la diplomacia global, con el objetivo de ser un mediador en lugar de un adversario.
El viaje de Francisco demuestra que los líderes religiosos mundiales pueden contribuir a la paz y al entendimiento. Su impulso para fomentar el diálogo entre diferentes religiones no es solo una idea espiritual, sino también una estrategia para alcanzar la armonía social en un mundo dividido.
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