Sueños médicos a encurtidos: mujeres afganas bajo el régimen talibán

Por Jamie Olivos
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Tarros de encurtidos caseros en una cocina afgana.

MadridUna mujer afgana soñaba con ser doctora, pero ahora se dedica a hacer encurtidos. El Talibán restringe las actividades de las mujeres, impactando sus aspiraciones y empleos. Según datos del Banco Mundial, solo el 4.8% de las mujeres participaban en la fuerza laboral en 2023.

Ahmadzai es una de las muchas mujeres afectadas por estas normas. Al hablar sobre la nueva situación para las mujeres afganas, su frustración es evidente. “Solo estamos buscando una forma de irnos”, dijo. Trabaja en un sótano haciendo encurtidos con otras 50 mujeres. También cosen ropa. Esto es mejor que quedarse en casa todo el tiempo.

Las empresas no generan muchas ganancias. En un buen mes, obtienen alrededor de 30,000 afganis (426 dólares). Las mujeres enfrentan problemas frecuentes.

  • Altos costos de alquiler y servicios
  • Máquinas de coser anticuadas
  • Suministro eléctrico inconsistente
  • Compensación injusta por parte de minoristas locales
  • Falta de apoyo de bancos y autoridades locales

Obtener permiso para trabajar a través del Talibán es complicado. Las leyes laborales afganas establecen que el proceso debe ser igual para hombres y mujeres. Sin embargo, a las mujeres no se les permite ingresar al edificio del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. En su lugar, deben acudir a una oficina exclusiva para mujeres. Esto se hace con el fin de "acelerar y facilitar" el proceso para ellas, según Samiullah Ebrahimi, portavoz del ministerio.

En esta oficina, las mujeres deben entregar su documentación, que incluye una tarjeta de identidad nacional, una carta de presentación y un certificado de salud de una clínica privada. Esto solo es posible si disponen de estos documentos y suficiente dinero. Además, necesitan poder desplazarse libremente sin ser acosadas si no tienen un guardián masculino. El año pasado, un alto funcionario de las Naciones Unidas declaró que Afganistán se había convertido en el país más opresivo del mundo para mujeres y niñas.

Roza Otunbayeva, jefa de la misión política de la ONU en Afganistán, afirmó que el país necesitaba recuperarse, pero la mitad de sus posibles médicos, científicos, periodistas y políticos no podían salir de sus hogares, con sus ambiciones y habilidades desaprovechadas.

Los talibanes afirman que las mujeres pueden trabajar en lugares seguros y separados que respeten los valores islámicos y las tradiciones afganas. El portavoz del ministerio, Ebrahimi, señala que las mujeres pueden desempeñarse en tiendas o hoteles, pero únicamente en áreas para mujeres. No se requieren títulos académicos para la mayoría de los trabajos permitidos, como limpieza, seguridad, artesanías, agricultura, costura o preparación de alimentos.

Ahmadzai y sus compañeras se sienten tristes porque no pueden utilizar sus habilidades. Algunas estaban aprendiendo a ser maquilladoras, pero los salones de belleza están cerrados. Aún hay trabajos para mujeres en educación y salud. Ahmadzai ahora está tomando un curso de enfermería y partería, pero no puede ser doctora porque los talibanes no quieren más doctoras. Los problemas de salud, incluyendo los mentales, son grandes mientras las mujeres lidian con las reglas talibanes y las condiciones de vida cada vez peores.

Ahmadzai valora la amistad y el apoyo que encuentra en su trabajo. Ella comenta: “Las mujeres afganas suelen quedarse en casa para cuidar de sus hijos y del hogar, y no trabajan mucho.” Ella trabaja porque su familia la apoya. Su esposo no tiene empleo y ella tiene hijos pequeños.

Salma Yusufzai, líder de la Cámara de Comercio e Industria de Mujeres en Afganistán, habló sobre las dificultades que enfrentan bajo el régimen talibán. La cámara cuenta con casi 10.000 miembros, pero la falta de mujeres en el gobierno talibán es un gran obstáculo.

La cámara apoya a las mujeres ofreciéndoles un espacio en los mercados locales y conectándolas con la comunidad internacional. Entre sus miembros se encuentran importantes industrias afganas como la fabricación de alfombras y la producción de frutos secos. Aunque estos negocios son propiedad de hombres, dependen en gran medida de mujeres que desean contribuir a la economía. Sin ellas, ésta colapsaría.

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