Pastor Apollo Quiboloy enfrenta cargos graves de abuso y tráfico
MadridApollo Quiboloy, un conocido predicador filipino y líder del grupo religioso Kingdom of Jesus Christ, ha sido acusado de graves delitos como el abuso sexual y la trata de personas. Quiboloy, quien se autoproclama el "hijo de Dios", ha negado estas acusaciones, afirmando que provienen de ex miembros y críticos que desean perjudicarlo.
En 2021, Quiboloy fue formalmente acusado por fiscales federales de Estados Unidos. La acusación incluye varios cargos graves:
- Conspiración
- Tráfico sexual de menores
- Tráfico sexual mediante fuerza, fraude y coacción
- Fraude matrimonial
- Lavado de dinero
- Contrabando de efectivo
- Fraude de visado
La Embajada de los EE. UU. en Manila ha remitido preguntas a las autoridades filipinas sobre los cargos. El gobierno de Filipinas está profundamente involucrado, como se demostró en una gran redada en agosto donde cerca de 2,000 policías registraron el complejo de Quiboloy en la ciudad de Davao. A pesar de utilizar equipo para detectar áreas ocultas, no pudieron encontrar a Quiboloy.
La conexión de Quiboloy con el expresidente Rodrigo Duterte complica aún más la situación. Quiboloy fue consejero espiritual de Duterte, quien actualmente está siendo investigado por la Corte Penal Internacional por presuntas ejecuciones extrajudiciales durante su mandato. Este vínculo entre Quiboloy y Duterte ha generado preocupaciones sobre posibles consecuencias políticas y la influencia de los líderes religiosos en Filipinas.
Quiboloy ha enfrentado problemas legales y ha hecho afirmaciones inusuales en el pasado. En 2019, dijo haber detenido un gran terremoto que iba a golpear el sur de Filipinas. Muchas personas dudan de estas afirmaciones, pero demuestran el considerable influjo y control que tiene sobre sus seguidores.
El acta de acusación en Estados Unidos revela un patrón preocupante en el que líderes religiosos abusan de su autoridad para beneficiarse y cometer crímenes graves. Las acusaciones contra Quiboloy y sus asociados muestran una práctica regular de abuso, amenazas y mal uso. Es crucial que tanto las autoridades internacionales como las filipinas trabajen juntas para asegurar justicia y proteger a las posibles víctimas.
La organización es grande y posee numerosos activos, por lo que el proceso legal probablemente será largo y complicado. No obstante, este caso es crucial porque aborda el grave problema del abuso en instituciones religiosas y los sistemas que lo permiten.
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