Consternación mundial por asesinato brutal de ambientalista en Honduras
MadridJuan López, activista ambiental en Honduras, fue asesinado recientemente, causando una conmoción internacional. López era un miembro destacado de la Red Contra la Violencia Anti-Sindical y estaba bajo protección estatal debido a numerosas amenazas de muerte. A pesar de esto, dicha protección resultó insuficiente, evidenciando los riesgos persistentes para los defensores ambientales en América Latina.
Personas y organizaciones clave han reaccionado con fuerza al asesinato de López. Brian A. Nichols, el subsecretario de Estado de EE.UU. para Asuntos del Hemisferio Occidental, y las Naciones Unidas condenaron el homicidio y exigieron una investigación inmediata. Subrayaron la urgencia de esclarecer lo ocurrido sin demora.
- Realización de investigaciones exhaustivas y claras
- Identificación y sanción de los responsables
- Mejora de las medidas de protección para los activistas vulnerables
Latinoamérica: la región más peligrosa para los defensores del medio ambiente según Global Witness. El año pasado, numerosos activistas ambientales fueron asesinados en Colombia, Brasil, Honduras y México. En Honduras se registraron 18 muertes por sí sola. Esto evidencia el alto riesgo que enfrentan quienes desafían a los poderosos intereses en la minería y la tala.
Los ambientalistas en áreas rurales suelen enfrentarse al crimen organizado y a actividades industriales ilegales. Estas acciones frecuentemente los ponen en conflicto con personas y empresas poderosas, lo que puede derivar en violencia contra ellos. El asesinato de López resalta cuán vulnerables y aislados están estos activistas, y demuestra que carecen del suficiente apoyo y protección legal.
Honduras tiene un historial de violencia contra ambientalistas que se hizo conocido tras el asesinato de Berta Cáceres en 2016. Este año, la alta tasa de agresiones contra defensores del medio ambiente volvió a ser destacada. A pesar de la atención y desaprobación internacional, aún hay pocas medidas efectivas para protegerlos, y buscar justicia sigue siendo difícil.
La situación en Honduras se agrava, y cada vez más personas solicitan ayuda internacional. La comunidad global debe exigir métodos contundentes para responsabilizar a los culpables y mejorar las medidas de seguridad para los activistas. Si no actuamos con firmeza, la violencia y la impunidad probablemente continuarán, poniendo en peligro a quienes denuncian a grupos económicos y criminales poderosos.
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